martes, 23 de octubre de 2018

Nota de Nelly Quintás


Rosa, de cerca

Aquí estoy, en la Av. Urquiza al 3.400  ante el mural recién terminado por sobre el que se asoman algunos carteles frontales del 105. La pintura aún fresca, se escurre y derrama matices sobre la larga vereda.

Hace veinte años, en Villa Parque, vivía una familia sencillamente feliz. Mamá Rosa, papá Antonio y sus tres hijos, buenos y estudiosos: Maximiliano, Ariel y Germán.
Antonio nació en  León, España y llegó a la Argentina a los diez años con su familia. Se instalaron en Palermo donde tuvieron un hotel familiar en el que trabajaron todos ellos. Tiene cuatro hermanos, la hermana más chica nacida en Argentina.  Conoció a Rosa trabajando en el comedor de FIAT SEVEL, ella era camarera, él encargado y allí nació el amor para toda la vida. Antonio siempre trabajó en gastronomía.  Le gustan mucho los animales y jugar al ajedrez.  
Rosa nació en Las Garcitas, Chaco y llegó a Buenos Aires con sus padres y hermanos: cinco varones y dos mujeres, todos ansiosos y emocionados  con  la expectativa de llegar a la gran ciudad. Se instalaron en la villa de Retiro. Rosa tenía ocho años cuando conoció al Padre Carlos Mujica y desde la pequeña estatura de la infancia, colaboró con él, siguiendo de cerca su incansable tarea en la Villa. Un día, el Padre Carlos le dijo: Rosita, hoy vestite linda que vamos a tener visitas. ¡y si la tuvieron!  Fue a visitarlos el General Perón acompañado por Héctor Cámpora.  Recuerda con ternura las  manos con pecas y la sonrisa afable del General. Después, a sus 15 años, fue la angustia y la tristeza por no poder comprender el asesinato del Padre Mujica.  Más adelante, el golpe Militar, y el traslado de la familia al complejo  “Ejército de los Andes” y allí continuó la vida. Pero Rosa no se conformaba con su destino, tenía sueños… Conoció a Antonio y cuando nació Maxi, pudo mudarse a Villa Parque, en Caseros.

El mural recuerda una frase de Martin Luther King: “Si supiera que mañana se desintegraría el mundo yo igual plantaría mi manzano” y representa a muchos, que siguen luchando contra viento y marea por una respuesta, aunque parezca lejana.

Los hijos fueron creciendo sanos y hermosos. Maxi, el mayor, estudió en el Colegio Ruiz de los Llanos en Devoto, primario y secundario y luego ingresó al Industrial. A los 19 años, estaba encargado de entrenar a chicos de entre 8 y 12  para participar de los Torneos Bonaerenses en deporte y lo hacía en el campito del Ferrocarril, espacio verde abierto a la Comunidad, cercano a su casa.
El sábado 8 de enero de 1999, Maxi fue como siempre a los entrenamientos, y no regresó. Salieron a buscarlo, pero fue Rosa, su madre, acompañada por uno de sus hermanitos quien dio finalmente con él.  

El mural de la Av. Urquiza, un símbolo artístico, cuajado de color e imágenes homenajea a una parte importante de la Comunidad.

Maxi estaba allí, muerto a golpes. Un hecho más de la violencia que nos rodeaba y nos sigue rodeando y acosando cada   vez con mayor intensidad.  Otra muerte que quedó impune.
Y Rosa, la chica que vivió en la Villa y que hasta ese momento era una feliz ama de casa y también podóloga, algo más para aportar a la economía familiar, abocada al cuidado del hogar y de los hijos, se transformó en otra mujer.  Angustia, desolación, impotencia primero, luego, darse cuenta que no era suficiente. Había que enfrentar la situación y dar batalla.
Aprendió a recorrer  los tribunales, a conocer nuevos vocablos y adentrarse a un mundo  muy oscuro, del que nunca había tenido noticias y mucho menos pensar que algún día iba a estar transitando por él.

El mural es obra de un grupo de jóvenes estudiantes de Artes Visuales de la Escuela Municipal de Arte y Comunicación junto a sus profesores y también algunos vecinos del lugar.

Rosa, de tanto peregrinar en busca de una solución, de una salida, de justicia y verse decepcionada una y otra vez,  lejos de bajar los brazos,  la hizo pensar en cuantas personas deberían estar pasando por esa misma situación.
 Al llegar a casa, le dijo a Antonio: “Tenemos que crear una Asociación” y  le fue dando forma a su idea de armar una entidad legal, que pudiera  reunir y ayudar también a otras personas que buscaban esclarecer hechos similares  al que vivieron ellos. Se dirigió a la oficina de Relaciones Institucionales buscando información, quería saber qué necesitaba para crear una O.N.G. por supuesto le dieron toda la información y  el apoyo.  Se encontró entonces en un laberinto de libros y planillas, que no lograron amedrentarla.
 Rosa se relacionó con otras personas que se encontraban en las mismas  circunstancias que ella; ya  que el asesinato de alguien, destruye además todo un  entorno familiar, que a veces no tiene la fuerza y la capacidad  para  reaccionar. Ella pensó, sabiamente, que juntos podrían conseguir sus objetivos y sentirse contenidos unos en otros cuando se empieza a flaquear por falta de respuestas.

El mural de la calle Urquiza, después de casi veinte años de la muerte de Maxi, fue creado para mantener viva su presencia y la de tantas otras víctimas de la violencia.

Era necesario realizar una Asamblea para dar forma a la Asociación, y fue convocando  a familiares de personas asesinadas en hechos sin esclarecer, pero necesitaban otros apoyos. Fue a ver a los sacerdotes de San José Obrero, Nuestra Sra. de la Merced y Santa Teresita, los que se sumaron a la idea, prometiendo su presencia. Se le ocurrió que teniendo un vecino tan famoso como Sabato, lo podría involucrar y allá fue. El escritor, conocedor del caso, la recibió en su casa, la atendió muy bien y le entregó una carta de apoyo, disculpándose por no poder ofrecerle su presencia física, ya que se encontraba muy abatido por la reciente muerte de Matilde, su esposa. Siguió y siguió en su empeño por lograr el objetivo, consiguiendo el espacio para  el encuentro: la sede de la Institución Sarmiento en la avenida  La Plata de Santos Lugares y allí se realizó la primera Asamblea para crear la  asociación en abril del 2001, que Rosa pidió que no se llamara Maxi. Trataron de buscar una sigla que los representara y quedó AVISE: Asociación Víctimas de la Inseguridad Sin Esclarecer, que  preside  desde hace 18 años. 
AVISE no tiene sede, se reúnen en casa de la presidenta, que se siente  orgullosa de  haber creado junto a otras familias esta entidad apolítica, muy bien conceptuada.  Una  gran  herramienta a la hora de ser representados.   
Se realizaron  varios festivales artísticos a beneficio de AVISE en grandes espacios como el CEDEM 1 y 2, a  los que aportaron su generosa colaboración   cantantes, artistas y otras personalidades reconocidas internacionalmente como Abel Pinto, León Gieco, Peteco Carabajal, Juan Palomino, Soledad Silveira y  Víctor Heredia,  padrino de AVISE, entre otros. Se sumaron al apoyo la Hermana Marta Peloni, Adolfo Pérez Esquivel, Juan Car y tantos más. También AVISE forma parte de una red con asociaciones similares, intercambiando datos y tratando de guiar a quien necesita ayuda para lograr su cometido.

Dice José Ingenieros en “El hombre mediocre”, que la rutina y el conformismo, hacen a la mediocridad, mientras que tener  ideales,  luchar por lo imposible es lo que hace valioso al hombre, en este caso a la mujer.
 Rosa no buscó ser lo que es hoy y lo que representa para la sociedad, pero supo transformar tanto dolor en fuerza para luchar en nombre de su hijo y también para ayudar a otros, generosamente. Entendió que las lágrimas no eran suficiente para recordar a Maxi y se volvió símbolo de esta utopía de reclamar por la JUSTICIA. 

“No te preocupes por los pasos que das, si no por las huellas que dejas” dice un inteligente refrán y Rosa García, mamá de Maximiliano González, deja, sin proponérselo huellas profundas detrás de sí.


Y así como hay asesinos, seres oscuros, escondidos en las sombras de la impunidad, hay gente sencilla que puede llegar a ser excepcionalmente valiosa que apuestan al arte para manifestarse, enriquecer su vida interior y embellecer su Comunidad, involucrándose además en los problemas sociales.

¡No todo está perdido!

Los hermanos de Maxi, ya son hombres. Ariel estudió en el Colegio Militar.  Hoy forma parte de los Cascos Azules y reside en Misiones.  Germán, estudia Ciencias Políticas e Historia. Antonio se jubiló y acompaña el quehacer de su mujer Rosa, que trabaja en la secretaría de la sede Cultural Caseros, Escuela Municipal de Arte y Comunicación en donde tuve la oportunidad de conocerla y  compartir con ella actividades y una bella amistad. La mamá de Maxi sigue al frente de AVISE, con la misma fuerza del primer día.

¡Es claro que no todo está perdido!


  Nelly Quintás

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